A lo largo de toda nuestra trayectoria profesional, y en referencia a procesos de selección de personal de ámbitos muy diversos, muchos han sido los clientes que nos han hecho llegar la pregunta: "¿Esa persona, será de confianza?" Refiriéndose a si la persona actuará realmente con total sinceridad, discreción, honestidad... La confianza empresarial es de vital importancia para la persona que está a punto de incorporar alguien a su equipo y, por tanto, proviene de una inquietud bien real.
A pesar de su trascendencia, nuestra respuesta profesional debe ser siempre la misma: "No hay ningún test que nos pueda ayudar a determinar con garantías el grado de honestidad y de confianza de un candidato".
De tests psicotécnicos, hay de todo tipo, diseñados y pensados para evaluar una cantidad muy importante de rasgos personales y profesionales. Podemos determinar hasta qué grado una persona será emocionalmente estable, o si tendrá suficiente seguridad en sí misma; podemos determinar su equilibrio, valorar su nivel de autocontrol y de integración en el entorno de trabajo; podemos llegar a conclusiones sobre su verdadera identificación con la empresa que la contrata o, incluso, conocer su capacidad analítica a la hora de tomar decisiones... De ejemplos, podríamos dar muchos más. Pero, llegados al punto de la honestidad, es cuando tenemos que pararnos. Nunca se pueden dar garantías al 100%.
La inquietud de una persona que quiere incorporar alguien y necesita saber si podrá contar con la total confianza de su trabajador, es mayor cuando entran en juego las cuestiones financieras o, en otras palabras, de dinero. Una persona hábil puede mostrarse como una persona de total confianza y, en realidad, no serlo. Puede sacar su personalidad "real" al cabo de un tiempo.
Se trata, pues, de un riesgo que hay que asumir inexorablemente si no se conoce de antes la persona que está a punto de contratar, si no se sabe cuál ha sido su trayectoria anterior. No hay nunca conclusiones previas categóricas, por muchas herramientas de valoración psicológica que se utilicen.
Una aproximación razonablemente efectiva proviene de las referencias que podamos obtener a partir de la consulta con personas de su entorno laboral anterior. Es un camino, sí, pero desde la experiencia debemos decir que tampoco es infalible. Por lo tanto, la inquietud del contratante continuará sin una respuesta definitiva... Hasta que él pueda llegar a sus propias conclusiones.
Los diferentes cambios que pueden surgir en la vida de las personas, muchos de ellos posiblemente ajenos a su propia actividad laboral-profesional, pueden condicionarlo en sus decisiones y afectar de manera radical en la escala de valores y prioridades. Obviamente, estos cambios siempre serán imprevisibles.
La buena noticia es que, como decíamos, hay muchísimas capacidades, habilidades y rasgos de personalidad que sí se pueden evaluar y que hoy en día, afortunadamente, se hace de manera totalmente fiable. Cada día son más las herramientas para saber realmente si la persona que queremos contratar dispone de muchas de las competencias que consideramos imprescindibles, lo que permite dar tranquilidad y seguridad a nuestra decisión final.